Términos como fordismo y postfordismo, que hoy día se utilizan de forma habitual para referir diferentes momentos de la economía capitalista, son los conceptos de mayor difusión desarrollados por la escuela regulacionista. Grupo de economistas (en principio) que realizó su mayor aportación, precisamente en la teorización de las transformaciones político-económicas del mundo occidental.
Orígenes, contexto e infuencias
La Escuela surgió en la década de los setenta, a partir de varios economistas franceses, siendo el acto fundacional la publicación del libro A Theory of Capitalist Regulation de Aglietta, con fecha de 1976. A este economista se le sumaron otros autores entre los que destacarían en principio Boyer y Lipietz. El contexto en el que surge esta teoría resulta claramente determinante, marcado, por un lado, por la crisis de los años setenta, y por otro por el derrumbe del paradigma económico keynesiano. Recordemos que el inicio de la crisis estructural en 1973 daría por terminado un ciclo de tres décadas de crecimiento económico más o menos armonioso en occidente cuyo rasgo más popular es quizás la gran fábrica fordista y el incremento acelerado de los estándares de vida de la clase trabajadora en Europa y EEUU. La combinación de estancamiento económico con una fuerte inflación fue la vía que encontraron las ideas neoliberales más radicales para abrirse paso en la política real, en primer lugar con el Chile de Pinochet y el Reino Unido de Thatcher, hasta alcanzar la clara hegemonía de la que habrían de disfrutar en la década de los noventa. Así, este grupo encuentra la necesidad de explicar tanto el periodo de estabilidad fordista como el cambio hacia nuevas formas de relación entre la base económica y las instituciones. En esta empresa habrían de enfrentarse al pensamiento neoclásico dominante en la academia, negando su presupuesto de autorregulación del mercado y señalando la necesidad de un marco institucional que garantice la reproducción del sistema capitalista, lo que sería la base de la aproximación regulacionista.
La influencia más clara de los regulacionistas es el marxismo y, de hecho, su enfoque está inmerso en una economía política materialista e histórica. No obstante, estos autores buscan a su vez marcar distancias con el marxismo ortodoxo, con la fuerte separación entre estructura económica y superestructura política/cultural/ideológica y con las claras tendencias al determinismo económico. Aglietta, por ejemplo, rechaza la relativa autonomía de la estructura económica, dando un peso central en la reproducción del sistema a la institucionalización de las relaciones sociales. Esta sería una de las principales características de la teoría, una concepción del Estado no como un simple instrumento de la clase dominante o un reflejo de la base económica, sino como un agente activo de la regulación económica y de las relaciones de dominación. En este sentido, Jessop apunta a Gramsci como principal inspiración, tanto por ser uno de los principales teóricos del Estado capitalista como por oponerse a la rígida distinción marxista entre base y superestructura. De hecho, el concepto de “bloque histórico” como forma temporal de capitalismo con cierta coherencia estructural puede verse como un antecedente del concepto “modo de regulación”.
No obstante, el marxismo de la escuela regulacionista es mestizo y son igualmente notorias las influencias del pensamiento macroeconómico keynesiano y de la escuela histórica de los annales. Del primero recoge la problematización de la demanda, los ciclos económicos y el desempleo estructural y de la segunda la necesidad de la aproximación interdisciplinar, combinando economía, sociología e historia. Otro aspecto que lo aleja del típico marxismo estructuralista de los años setenta es que concede una gran importancia a la comprobación empírica de las hipótesis.
Modos de regulación
Aunque a menudo se ha tomado la teoría como una explicación del tránsito del modo de regulación fordista al postfordista, los autores contemporáneos tienden a entender el regulacionismo como una teoría general de la estabilidad y de las transformaciones de las estructuras del capitalismo. El problema que da lugar a la teoría sería el siguiente: el capitalismo es un modo de producción que en la teoría marxista tiende permanente a la crisis, no obstante, ha conseguido periodos de gran estabilidad y prosperidad duraderos en el tiempo. Los regulacionistas distinguen entre crisis cíclicas y crisis estructurales, siendo como es obvio su principal interés las segundas. Por lo tanto, el principal objetivo de la teoría era explicar esta estabilidad frente a las tendencias a la crisis estructural y el rol que tienen en la misma los cambios económicos e institucionales. Para ello, la teoría parte de dos conceptos “régimen de acumulación” y “modo de regulación”. El primero hace referencia a la forma en que la producción, consumo y distribución se organizan en un periodo de tiempo limitado para permitir la acumulación ampliada concediendo cierta estabilidad a la economía. El segundo refiere el conjunto de leyes, normas, formas del Estado, paradigmas políticos y prácticas que permiten el desarrollo más o menos armonioso de un régimen de acumulación. Esto generalmente implica una determinada política monetaria, relaciones laborales, forma del estado, etcétera. No obstante, las contradicciones internas existen y cuando no pueden ser contenidas por más tiempo estalla la crisis. Por lo que regulación y crisis serían dos caras de la misma moneda.
La primera escuela de la regulación identificaba dos modos de regulación. El del periodo que cubre de 1850 a 1930 se denominaba regulación por competición, marcado por el “dejar hacer” a los agentes económicos y un modo de producción que pasó de una baja productividad a una mayor intensidad en las primeras décadas del siglo XX gracias a los métodos tayloristas. El periodo entre 1930 y 1970 sería el protagonizado por un “modo monopolista de regulación” basado en el fordismo, es decir, elevada productividad y consumo de masas. Este, según Lipietz, entraría en crisis en la década de los setenta debido a la caída de la tasa de ganancias causada por las rigideces consustanciales al modelo y por la presión procedente de la internacionalización de los mercados. Las siguientes generaciones de la escuela empezarían a hablar de post-fordismo para referir el modo de regulación resultante de la crisis.
Una de las críticas más evidentes al regulacionismo es que funciona como explicación de las transformaciones del capitalismo occidental, pero presta escasa atención y es dificlmente aplicable al capitalismo periférico, aunque Lipietz hablase de un cierto Fordismo periférico. En este sentido sería interesante evaluar como encaja la regulación con la teoría de la dependencia o la teoría del sistema-mundo. También, en principio, se acusaba a la teoría de ignorar la dimensión espacial de la acumulación. Paradójicamiente, la tercera escuela regulacionista, activa en la actualidad, está formada principalmente por geógrafos anglosajones, más interesados en los cambios en la organización espacial del capitalismo o la influencia de la regulación sobre las formas urbanas, siendo quizás su autor más relevante Bob Jessop. Incluso David Harvey, en su conocida obra The condition of Posmodernity, afirmaría adscribirse a los postulados regulacionistas y existen intentos tanto por su parte como por parte de Jessop de combinar su teoría del “spatial-fix” con la teoría regulacionista.