La década perdida. Un posible escenario demográfico futuro para Sevilla

En la coyuntura actual Sevilla, al igual que el resto del estado, se encuentra en un momento de cambio de ciclo, habiendo terminado un periodo caracterizado por el elevado crecimiento de la población soportado por un crecimiento natural positivo y, sobre todo, por la entrada de población inmigrante extranjera. El nuevo escenario de crisis ha empezado a afectar claramente al saldo migratorio y a la fecundidad, de tal forma que en el mejor de los casos la provincia avanza hacia una situación de estancamiento del crecimiento.

He realizado una proyección partiendo de hipótesis pesimistas, proponiendo la posibilidad de un crecimiento negativo concentrado en los dos próximos lustros, y en especial en el primero de ellos, para luego volver a un crecimiento positivo reducido.

La proyección partiría de la hipótesis de una década perdida entre 2010 y 2020 en el plano socioeconómico. Esto podría, en el peor de los casos, dar lugar a una regresión de la población con un crecimiento negativo especialmente intenso en el primer lustro y menor en el segundo, posponiéndose la recuperación hasta la década de 2020. Los componentes de esta regresión demográfica serían, en primer lugar, un saldo migratorio negativo, especialmente intenso en el primer lustro, dado por unos niveles de inmigración que se mantendrían bajos, similares a los actuales, y por un incremento notabilísimo de la emigración. Una emigración que se concentraría en las edades laborales, afectando en gran medida no solo a los más jóvenes sino también a las abultadas generaciones nacidas entre las décadas de 1960 y 1970, donde se concentra la mayor parte del excedente de mano de obra. Además, siguiendo con las tendencias actuales tanto de la emigración como del desempleo, esta emigración estaría fuertemente masculinizada. A esto se le sumarían fuertes caídas de la natalidad, que serían mayores en el primer lustro y menores en el segundo, algo que también vendría influido por la reducción del stock de población en edad fértil. A partir de 2020 se produciría un pequeño baby boom y se frenaría la sangría emigratoria.

En la figura vemos como estos procesos migratorios habrían laminado prácticamente todo el excedente de mano de obra de las generaciones de las décadas de 1960 y 1970. Esto tendría como consecuencia el aminoramiento del envejecimiento de la población, al mismo tiempo que, por la masculinización del proceso migratorio, se acentuaría el desequilibrio entre sexos a partir de las generaciones con 50 o más años. La forma general de la pirámide se aproximaría en mayor medida al modelo gráfico postransicional, con escasas diferencias entre generaciones. Las mayores variaciones vendrían dadas por el acusado déficit de nacimientos entre los 15 y los 20 años de edad y por el superávit de nacimientos entre los 5 y los 9.

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